“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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viernes, 30 de diciembre de 2011

ME HUNDO CON LA LLEGADA DEL AÑO NUEVO


 
En contra de lo que muchos creen, las fiestas navideñas no son precisamente momentos de celebración para muchos. En esta época crecen los síntomas depresivos hasta un 40%. Ya desde el cambio de horario otoñal, cerca de un 70% de personas se siente con un estado de ánimo más bajo. En estos tiempos de crisis, de dificultades, esta situación se agrava. ¿Qué es lo que pasa en el cambio de año que afecta a tantos?


-          Con la disminución de luz natural, en la entrada del invierno, nuestro cuerpo segrega menos sustancias que benefician nuestro estado de ánimo, como la serotonina,  con lo que nos sentimos más tristes.
-          El fin de año es una época de balance de lo ocurrido en los meses anteriores, y esta valoración no siempre será positiva. Nos enfrentamos a los propósitos no realizados, los deseos no cumplidos y las frustraciones.
-          Este balance será peor aún en personas que hayan sufrido algún trauma o pérdida relativamente reciente. Recordarán su dolor, lo que les falta, sentirán nostalgia de lo que no pueden disfrutar y el camino en un entorno supuestamente festivo les resultará un suplicio. Las pérdidas de seres queridos tienen un componente negativo adicional, ya que estas fiestas se supone que son familiares y hogareñas,  y cuando esto no puede ser así, es un recuerdo continuo de esa ausencia.
-          Al igual que con otras pérdidas, los problemas económicos o laborales, sobre todo en esta actual coyuntura, pondrá en situaciones muy difíciles a las personas que no puedan disfrutarla como los medios de comunicación y los clichés nos venden: gastando dinero. Será para ellos un problema a enfrentar cómo superar estas condiciones, más que una celebración.
-          Los que tienen que convivir con dificultades especiales, como enfermedades, la soledad, tendrán que doblar sus esfuerzos para no hundirse ante ese entorno festivo. Los que más sufren el cambio de año son las personas solas, mayores o con trastorno depresivo.
-          Si no nos esforzamos, podemos sentir estas fechas como unos días de sentimientos impuestos, donde estamos prácticamente obligados a  reflejar ambiente festivo, alegría... Y cuando en realidad no nos sentimos así, nos creemos fuera de lugar y todo a nuestro alrededor nos molesta y entristece.
-          Los que afrontan esta época con actitud negativa, porque no les gusta o porque llegan a sentir más estrés que en el resto de temporadas, llegarán predispuestos a no disfrutar de estos días.

ABRAZA CON ILUSIÓN EL NUEVO AÑO

-          Aprovecha tu propia farmacia natural: Si la luz del sol es necesaria y beneficiosa para el estado de ánimo, aprovecha siempre que puedas las actividades al aire libre. Hacer ejercicio segrega unas sustancias, las endorfinas, que nos hacen sentir mejor.
-          En los balances que hacemos de lo vivido no todo ha sido bueno, pero precisamente de los obstáculos y de las dificultades es de donde aprendemos más y nos hacemos seres fuertes y capaces de afrontar las adversidades. Nunca desesperes, la vida puede dar muchas vueltas y está comprobado que la única forma de ser feliz es creerse capaz de conseguirlo.
-          No te enfoques sólo en tus dificultades, problemas o pérdidas. Intenta abrir los ojos lo suficiente como para ver lo bueno que te rodea y lo que puedes hacer. Si aún así, el dolor es muy grande, tómate las fiestas con relajación, intenta guardar un tiempo para hacer algo que te guste y quítale importancia, son unos días del año más.
-          No te dejes llevar por unas Navidades que te venden y que te hacen sentir de mal humor. Vive estos días con la ilusión de crear tus propias fiestas, más a tu gusto, y de realizar cosas nuevas. Planea qué quieres hacer, dentro de tus posibilidades. Lo importante es tener ilusión en hacer cosas, más que lo que se consigue con ello.
-          Planea con tiempo qué vas a hacer los días señalados; te ayudará a sentirte ilusionado/a, con proyectos, a que salgan mejor y a organizar todo para evitar el estrés del último momento.
-          Tanto en las fiestas como en los propósitos de año nuevo, no sirve de nada darle vueltas a deseos imposibles, excepto ponernos más y más tristes. Nadie puede tener todo lo que pide, ni lo que ha pasado vuelve. Cada etapa te da algo bueno y algo malo, en tu mano está no desaprovechar lo que echarías de menos si perdieses.  La mejor manera de frustrarnos es pedir imposibles.
-          Aún así, sé realista y plantéate hasta qué punto puedes o no conseguir tus deseos. Si hay alguna posibilidad, todo puede conseguirse a base de constancia. “Lo imposible es lo que no se realiza”. Un buen propósito de año nuevo puede ser atreverse a hacer lo que uno quiere realmente, controlar tu vida y no dejarse llevar por lo que te vaya ocurriendo, como un autómata.
-          Si de verdad quieres conseguir o cambiar algo, ve a por ello. Planea cómo lo vas a hacer, de manera lo más concreta posible. Inclúyelo en la rutina de tu día para hacer más fácil su cumplimiento; por ejemplo, si quieres adelgazar, plantéate a qué hora del día vas a hacer ejercicio y cuánto tiempo. Empieza por algo más sencillo y ve complicando el esfuerzo según te vayas acostumbrando (más horas, más días...).  No te pongas plazos de cumplimiento, simplemente hazlo; y cuando menos te des cuenta, lo habrás conseguido.  Sé consciente de que puedes abandonar a veces pero, si es verdaderamente tu objetivo, lo seguirás con constancia a largo plazo. Cumplir un propósito no consiste en fuerza de voluntad, sino en convertirlo en hábito.
-          Plantéate hasta qué punto tus objetivos vitales pueden estar equivocados. Basar las esperanzas de tu vida en algo imposible, o que ya ha pasado o aún no se ha conseguido, nos hace despreciar todo el tiempo presente y fundar nuestra felicidad en cosas inexistentes. En vez de ser los mejores en algo, por ejemplo, un objetivo que nos puede ayudar a ser más plenos y estar más satisfechos es  “expresarme más con mi familia y pasar más tiempo con ellos”.

Acude al especialista si:
-          Los síntomas se mantienen más allá de un mes tras el año nuevo.
-          No eres capaz de realizar con normalidad tus actividades diarias habituales (no te lavas, dejas de trabajar, no rindes nada en el trabajo, etc.)
-          No encuentras circunstancias en tu vida que expliquen esa tristeza.


miércoles, 30 de noviembre de 2011

AL MAL TIEMPO, BUENA CARA


"Si lloras porque se ha escondido el sol, las lágrimas no te dejan ver las estrellas" Tagore


Se acerca el invierno y parece que el entorno se nos hace más hostil. Los días son más fríos, las noches más largas y podemos disfrutar de menos luz. El tiempo empeora y no acompaña siempre para salir y hacer actividades al aire libre. Es lógico que todo esto nos afecte. Al estar expuestos menos tiempo a la luz, el cuerpo recibe nueva información y se lleva un tiempo reestructurando las nuevas circunstancias. Las sustancias que nos hacen sentir bien, las endorfinas y otras, se reducen. Esto facilita que estemos más desganados y tristes.
En estos tiempos de crisis, además, tras las distracciones y descansos del verano, en el otoño vuelven a sucederse noticias económicas que nos recuerdan que no estamos en una época de bonanza.
Está claro que el buen tiempo ayuda a hacernos sentir un mejor estado de ánimo. Una de las pruebas de ello es que los países con mayores niveles de suicidio son los nórdicos, donde apenas disfrutan del sol. Cuentan, por tanto, factores fisiológicos. Pero esto no quiere decir que, con nuestra actitud, no logremos superarlo. ¿Qué nos ayuda a hacer realidad la frase de “al mal tiempo, buena cara”?

Una actitud positiva es la mejor herramienta. Al contrario de lo que muchos pueden pensar, la felicidad no depende de nuestras situaciones y salud general; el sentirse feliz es el responsable del aumento de endorfinas y, por tanto, de la mejora de nuestra salud física y psíquica. Nuestros sentimientos no son consecuencia de lo que vivimos, sino de lo que creemos vivir. Si una tarde de domingo, fría y gris nos sugiere pena, desesperanza y lo creemos horrible, nos iremos sintiendo cada vez peor. Sin embargo, si esa tarde la vemos desde ojos activos, haciendo cosas que nos gustan o, incluso lo interpretamos como algo bello, poético, nos estaremos haciendo seres más felices.
Es vital una actitud positiva no sólo respecto al mundo o nuestro entorno, sino también con nosotros/as mismos/as. Tener autoestima evita que nos sintamos peores y, por tanto, nos enseña a relativizar las cosas; a darnos cuenta de que es normal sentirnos así, que a todos/as les puede pasar. Además, si nos creemos seres válidos y fuertes, nos veremos más capaces para afrontar todo lo malo y lo bueno (como llevar a cabo nuestros deseos). Recuerda que una persona que se cree feliz tiene mayores niveles de bienestar físico y, por tanto, está realmente más cerca de serlo.
Acepta y réstale importancia a las experiencias: muchas veces nos ayuda a calmarnos y a tomar las riendas de nuestra vida. Es saber que no estamos expuestos a eventos catastróficos sino al natural discurrir de los días. Pero no olvides que quitarle importancia no significa sentir indiferencia por la vida o quedarnos inactivos/as, sino no ser desbordados por ella.
Planea qué vas a hacer. Pensar en lo que queremos y darnos un tiempo para organizarlo nos motiva a realizar proyectos, además de facilitar que nos salgan mejor. Si pensamos en el futuro como algo realizable, con lo que podemos conseguir cosas, nos hace perderle miedo y afrontarlo con más seguridad.
Pero cuidado con pedir las estrellas, sé realista. La manera más rápida para frustrarnos es pedir lo imposible. Intentar conseguir lo que quieres te hace una persona motivada, con ánimo, pero no debes olvidar que, en el discurrir natural de la vida, tendremos que equivocarnos y caer cien veces antes de recoger los frutos de nuestro trabajo. Pero siempre recuerda que merecerá la pena.
Guarda un momento para ti y relájate. Cambia tus prioridades y, si crees que no tienes tiempo, deja de hacer algo menos importante que cuidarte. Lo principal es tu salud y la de los que te rodean, así que sal a pasear, escucha música, lee, sal con las amistades…
Con la llegada del mal tiempo salimos menos y corremos el riesgo de quedarnos pasivos como una maceta. La actividad nos ayudará a sentirnos mejor. Hacer ejercicio reactiva la salud física y, además, aumenta el nivel de endorfinas, las sustancias que hacen que nos sintamos mejor. Hacer cosas que nos gustan nos ayuda a relajarnos, nos distrae y facilita que hagamos planes y, por tanto, que tengamos más ilusión en el futuro.
Rompe la rutina. Date el gustazo de hacer cosas nuevas, prueba, intenta. Sal a la naturaleza siempre que puedas, conoce a gente, etc. Muchas veces la tristeza es una incapacidad para ver lo que tenemos a nuestro alrededor.
No tengas miedo de apoyarte en tus seres queridos. Comparte tiempo con ellos y ellas y tómate el reto de aprender juntos. No esperes que tengan la iniciativa para realizar las actividades, adelántate y crea el rato como más te guste. Se ha comprobado que la solidaridad aumenta el nivel de bienestar y, por tanto, de salud.
Aprovecha los momentos de soledad para cuidarte, disfrutar de lo que te gusta y realizar tus proyectos. No siempre podremos estar rodeados de nuestros seres queridos, pero tenemos mucho que hacer. Si tienes constancia, no abandonas y mantienes claros tus objetivos, es más fácil que consigas tus metas. Y aunque no las logres, el hecho de estar motivado/a hacia algo, de manera autónoma, sin depender de nadie, nos autorrealiza como personas y nos hace sentirnos satisfechos con nosotros/as mismos/as. Recuerda que es más importante tener un objetivo en la vida, un motor, que el hecho de alcanzarlo.
Mantén la esperanza también en las crisis. En la vida tenemos momentos buenos y malos, pero son, sobre todo, los negativos los que dan forma a nuestra personalidad, de los que más podemos aprender. Nos damos cuenta de que hemos superado experiencias que, antes de vivirlas, sólo imaginarlas nos habrían parecido horribles. Esto nos hace más capaces y resistentes ante nuevas experiencias negativas. La palabra “crisis” en China significa tanto obstáculo como oportunidad. Si sabemos aprender de lo que nos pasa, los malos momentos son posibilidades para cambiar lo que no nos gusta, aprender y mejorar.


¿Sabías que… en la depresión se observa a menudo el falso pensamiento de que lo malo “sólo me pasa a mí”?

¿Sabías que… es el sentimiento de felicidad el que hace bueno lo que te rodea más que “lo que me rodea es bueno y por eso soy feliz”?

¿Sabías que… con sólo reír o hacer ejercicio un rato aumentan los niveles de endorfinas, las sustancias “de la felicidad”?

¿Sabías que… en China la palabra “crisis” significa tanto obstáculo como oportunidad?


domingo, 30 de octubre de 2011

CUIDA A TU CORAZÓN




 
Los trastornos cardiovasculares son la principal causa de muerte, provocando cerca de 18 millones de fallecimientos al año en el mundo. ¿Qué podemos hacer para evitar o superar estas complicaciones? Lo primero es conocer el riesgo real que tenemos de padecer una enfermedad cardiovascular. Una dieta sana, el ejercicio, reducen las posibilidades de enfermar, mientras que el estrés o el tabaco las aumentan. Se da un efecto acumulativo entre ellos; esto significa que, cuantas más cosas negativas hagamos para nuestro corazón, mayores riesgos correremos. Por tanto, lo que hagamos desde la infancia es importante.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA SALUD CARDIOVASCULAR:
FACTORES NO MODIFICABLES:
-          Edad, sexo y herencia genética: ser mayor, hombre y tener padres, madres o abuelos que hayan padecido complicaciones cardiovasculares, son factores de riesgo.
FACTORES MODIFICABLES
-          Hipertensión arterial, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo: los modificamos mediante una dieta saludable, sin sustancias perjudiciales, como el tabaco, y realizando ejercicio físico de manera regular.
-          Estrés, ansiedad, depresión, personalidad, modos de afrontar los problemas, etc.: No sólo debemos cuidar nuestro cuerpo; nuestros pensamientos y emociones pueden complicarnos la salud o, al contrario, hacernos más resistentes.
¿QUÉ RIESGO TENGO DE PADECER UN TRASTORNO CARDIOVASCULAR?
Contesta a estas preguntas:
1.       ¿Eres mayor de 65 años y tienes familiares que hayan padecido trastornos cardiovasculares?
2.       ¿Sueles tener la tensión alta?
3.       ¿Tienes el colesterol alto?
4.       ¿Padeces de diabetes?
5.       ¿Fumas?
6.       ¿Te sobran unos kilos?
7.       ¿Haces ejercicio físico menos de tres veces por semana?
8.       ¿Te cuesta o no tienes tiempo de relajarte?
9.       ¿Dirías que estás triste y de malhumor la mayoría del tiempo?
10.   ¿Eres perfeccionista y exigente?
11.   ¿Expresas poco tus sentimientos?
12.   ¿Te enfadas mucho cuando no puedes controlar algo?
13.   ¿Dirías que eres solitario y que sales poco?
14.   ¿Huyes de los problemas?
Haz lo posible por cambiar cada punto donde la respuesta sea “sí”. Fíjate dónde te hace más falta modificar tus hábitos.
CUIDA TU CORAZÓN CON CABEZA
-          Tómate las cosas con calma. ¿De verdad es algo tan importante? Somos más fuertes de lo que creemos y, con paciencia, todo se supera. La ansiedad sólo provoca complicaciones cardiovasculares, al expulsar sustancias como la noradrenalina, que aceleran el corazón, aumentan la presión arterial y pueden producir arritmias; además de una peor calidad de vida. Dedícate un tiempo para relajarte, desconectar y hacer cosas que te gustan: es más necesario que mucho de lo que haces, cambia tus prioridades.
-          A sonreír se empieza sonriendo. No esperes que cambien las circunstancias para estar alegre, quizá con el tiempo te des cuenta de que eras feliz. Y, aunque tengas dificultades, se superan más fácilmente de buen humor y tendremos mejores resultados y más fuerza para afrontarlas. Cuando uno piensa que todo le va a salir bien, sin darse cuenta, hace lo necesario para que le salga bien. Estar alegres previene arritmias y fortalece las defensas y el sistema inmune.
-          Intentar hacer todo bien es, además de imposible, perjudicial para la salud. Acepta a las personas, a ti mismo y a las circunstancias como son. Querer cambiar lo que no se puede sólo produce frustración, estrés y agresividad, contenida o no. Quizá no puedas mejorar ciertas cosas, pero siempre puedes aprender a tomarte mejor cómo te afectan.
-          Expresa tus sentimientos. Las emociones negativas acumuladas pueden transformarse en forma de síntomas físicos, como una respuesta vascular exagerada, lo que afecta al corazón. Hablar y mostrar nuestras emociones descarga ansiedades e inseguridades.
-          Controla el estrés. En contra de lo que muchos pueden creer, el estrés no es hacer muchas cosas, sino sentirse sin recursos para afrontar lo que hay que realizar. Es uno de los factores más importantes en los trastornos cardiovasculares; además de alterar y desequilibrar el ritmo de la presión arterial, puede expulsar sustancias nocivas para la salud, y multiplica el efecto negativo de otros factores, como el tabaco. Otro de los puntos a tener en cuenta con el estrés es que muchos de los que lo padecen no se percatan de ello, normalmente lo notan más fácilmente los seres cercanos. El estrés empieza a desaparecer cuando se deja de pensar en lo que nos daña, y cuando no se intenta abarcar lo que no se puede.
-          Rodéate de gente. Las personas nos ayudan a evadirnos de nuestros problemas, a ver todo desde otra óptica, normalmente menos dramática . Pueden ser una ayuda para resolver conflictos y, al expresarnos, disminuye la probabilidad de padecer síntomas depresivos. Si estas personas nos demuestran afecto, valoración personal y apoyo, nuestra autoestima y resistencia ante la vida crecerá.
-          Cambia de hábitos. Nada cambia si no lo incluimos de una manera realista y organizada a nuestra rutina. Proponerse hacer ejercicio, por ejemplo, consiste en una modificación del estilo de vida. No hay que plantearlo como un “a ver si…”. Es tan “simple” como ponerse a hacerlo dentro de nuestros planes diarios, o cuando podamos, pero regularmente. Si queremos cambiar muchas cosas a la vez, es posible que se nos escapen; mejor ir de objetivo a objetivo, uno por uno. Primero dejo de fumar, luego instalo la rutina de hacer ejercicio y me centro en ello. Según vayamos consiguiendo metas, cada vez nos iremos sintiendo mejor y tendremos más ganas de emprender más mejoras. Pero para ello no hay que olvidar empezar por cosas sencillas y poco a poco. Si el cambio es muy brusco, se nos hará tan duro que quizá lo abandonemos prematuramente; no es cuestión de fuerza de voluntad, sino de constancia.
CUIDA TU CORAZÓN TRAS LA ENFERMEDAD
Lo señalado hasta ahora también beneficia a los que ya padecen complicaciones cardiovasculares, pero, además, debemos tener en cuenta:
-          En más del 50% de estos pacientes nos encontramos reacciones psicológicas negativas, como depresión, ansiedad o negación de la enfermedad.
-          Es normal tener miedo a lo que pueda pasar, o estar triste por lo que hemos perdido. Las primeras semanas son procesos lógicos de readaptación a las nuevas circunstancias. Pero la vida sigue y aún tenemos mucho por disfrutar. Si se mantiene más tiempo o es demasiado intenso el malestar, se complicará la recuperación. Vamos a levantarnos con ganas, a sonreír, a hablar, a hacer lo que nos apetezca y la alegría vendrá sola. Hay programas y especialistas que te pueden ayudar.
-          Relajarse, distraerse, tomarse las cosas sin dramatismos y de manera positiva refuerza nuestro sistema inmunológico, el que necesitamos ahora más que nunca. La irritabilidad, el mal humor, tienen mucho que ver con el estrés y sus efectos negativos.
-          Todos los extremos nos hacen daño; tanto si nos parece el fin del mundo, como si creemos que no tiene importancia, nos perjudicará. Podemos seguir disfrutando y sonriendo, pero guardando unas precauciones. Si negamos la enfermedad aumentará la probabilidad de abandonar el tratamiento médico o de asumir conductas de riesgo, como fumar o beber en exceso.
-          Acepta las circunstancias y tu nuevo estilo de vida,  te ayudará a centrarte en resolver lo que tiene solución. Quejarse, lamentarse, autocompadecerse, sólo aumenta la agresividad, el mal humor y dificulta la recuperación. Busca la mejor manera de disfrutar con los nuevos límites, también puedes.
-          Reanuda tu vida social: ya hemos visto los beneficios de relacionarse con los demás. Tras una intervención quirúrgica, o una complicación, más que nunca necesitamos expandirnos, distraernos y expresar lo que sentimos. Aislarnos significaría dejarnos a solas con nuestros peores y más dañinos pensamientos.
-          No te olvides de seguir el tratamiento médico. De poco nos sirve realizar las anteriores indicaciones si abandonamos lo que mantiene el correcto funcionamiento del sistema cardiovascular.