“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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domingo, 30 de octubre de 2011

CUIDA A TU CORAZÓN




 
Los trastornos cardiovasculares son la principal causa de muerte, provocando cerca de 18 millones de fallecimientos al año en el mundo. ¿Qué podemos hacer para evitar o superar estas complicaciones? Lo primero es conocer el riesgo real que tenemos de padecer una enfermedad cardiovascular. Una dieta sana, el ejercicio, reducen las posibilidades de enfermar, mientras que el estrés o el tabaco las aumentan. Se da un efecto acumulativo entre ellos; esto significa que, cuantas más cosas negativas hagamos para nuestro corazón, mayores riesgos correremos. Por tanto, lo que hagamos desde la infancia es importante.
FACTORES QUE INFLUYEN EN LA SALUD CARDIOVASCULAR:
FACTORES NO MODIFICABLES:
-          Edad, sexo y herencia genética: ser mayor, hombre y tener padres, madres o abuelos que hayan padecido complicaciones cardiovasculares, son factores de riesgo.
FACTORES MODIFICABLES
-          Hipertensión arterial, colesterol elevado, diabetes, tabaquismo, obesidad, sedentarismo: los modificamos mediante una dieta saludable, sin sustancias perjudiciales, como el tabaco, y realizando ejercicio físico de manera regular.
-          Estrés, ansiedad, depresión, personalidad, modos de afrontar los problemas, etc.: No sólo debemos cuidar nuestro cuerpo; nuestros pensamientos y emociones pueden complicarnos la salud o, al contrario, hacernos más resistentes.
¿QUÉ RIESGO TENGO DE PADECER UN TRASTORNO CARDIOVASCULAR?
Contesta a estas preguntas:
1.       ¿Eres mayor de 65 años y tienes familiares que hayan padecido trastornos cardiovasculares?
2.       ¿Sueles tener la tensión alta?
3.       ¿Tienes el colesterol alto?
4.       ¿Padeces de diabetes?
5.       ¿Fumas?
6.       ¿Te sobran unos kilos?
7.       ¿Haces ejercicio físico menos de tres veces por semana?
8.       ¿Te cuesta o no tienes tiempo de relajarte?
9.       ¿Dirías que estás triste y de malhumor la mayoría del tiempo?
10.   ¿Eres perfeccionista y exigente?
11.   ¿Expresas poco tus sentimientos?
12.   ¿Te enfadas mucho cuando no puedes controlar algo?
13.   ¿Dirías que eres solitario y que sales poco?
14.   ¿Huyes de los problemas?
Haz lo posible por cambiar cada punto donde la respuesta sea “sí”. Fíjate dónde te hace más falta modificar tus hábitos.
CUIDA TU CORAZÓN CON CABEZA
-          Tómate las cosas con calma. ¿De verdad es algo tan importante? Somos más fuertes de lo que creemos y, con paciencia, todo se supera. La ansiedad sólo provoca complicaciones cardiovasculares, al expulsar sustancias como la noradrenalina, que aceleran el corazón, aumentan la presión arterial y pueden producir arritmias; además de una peor calidad de vida. Dedícate un tiempo para relajarte, desconectar y hacer cosas que te gustan: es más necesario que mucho de lo que haces, cambia tus prioridades.
-          A sonreír se empieza sonriendo. No esperes que cambien las circunstancias para estar alegre, quizá con el tiempo te des cuenta de que eras feliz. Y, aunque tengas dificultades, se superan más fácilmente de buen humor y tendremos mejores resultados y más fuerza para afrontarlas. Cuando uno piensa que todo le va a salir bien, sin darse cuenta, hace lo necesario para que le salga bien. Estar alegres previene arritmias y fortalece las defensas y el sistema inmune.
-          Intentar hacer todo bien es, además de imposible, perjudicial para la salud. Acepta a las personas, a ti mismo y a las circunstancias como son. Querer cambiar lo que no se puede sólo produce frustración, estrés y agresividad, contenida o no. Quizá no puedas mejorar ciertas cosas, pero siempre puedes aprender a tomarte mejor cómo te afectan.
-          Expresa tus sentimientos. Las emociones negativas acumuladas pueden transformarse en forma de síntomas físicos, como una respuesta vascular exagerada, lo que afecta al corazón. Hablar y mostrar nuestras emociones descarga ansiedades e inseguridades.
-          Controla el estrés. En contra de lo que muchos pueden creer, el estrés no es hacer muchas cosas, sino sentirse sin recursos para afrontar lo que hay que realizar. Es uno de los factores más importantes en los trastornos cardiovasculares; además de alterar y desequilibrar el ritmo de la presión arterial, puede expulsar sustancias nocivas para la salud, y multiplica el efecto negativo de otros factores, como el tabaco. Otro de los puntos a tener en cuenta con el estrés es que muchos de los que lo padecen no se percatan de ello, normalmente lo notan más fácilmente los seres cercanos. El estrés empieza a desaparecer cuando se deja de pensar en lo que nos daña, y cuando no se intenta abarcar lo que no se puede.
-          Rodéate de gente. Las personas nos ayudan a evadirnos de nuestros problemas, a ver todo desde otra óptica, normalmente menos dramática . Pueden ser una ayuda para resolver conflictos y, al expresarnos, disminuye la probabilidad de padecer síntomas depresivos. Si estas personas nos demuestran afecto, valoración personal y apoyo, nuestra autoestima y resistencia ante la vida crecerá.
-          Cambia de hábitos. Nada cambia si no lo incluimos de una manera realista y organizada a nuestra rutina. Proponerse hacer ejercicio, por ejemplo, consiste en una modificación del estilo de vida. No hay que plantearlo como un “a ver si…”. Es tan “simple” como ponerse a hacerlo dentro de nuestros planes diarios, o cuando podamos, pero regularmente. Si queremos cambiar muchas cosas a la vez, es posible que se nos escapen; mejor ir de objetivo a objetivo, uno por uno. Primero dejo de fumar, luego instalo la rutina de hacer ejercicio y me centro en ello. Según vayamos consiguiendo metas, cada vez nos iremos sintiendo mejor y tendremos más ganas de emprender más mejoras. Pero para ello no hay que olvidar empezar por cosas sencillas y poco a poco. Si el cambio es muy brusco, se nos hará tan duro que quizá lo abandonemos prematuramente; no es cuestión de fuerza de voluntad, sino de constancia.
CUIDA TU CORAZÓN TRAS LA ENFERMEDAD
Lo señalado hasta ahora también beneficia a los que ya padecen complicaciones cardiovasculares, pero, además, debemos tener en cuenta:
-          En más del 50% de estos pacientes nos encontramos reacciones psicológicas negativas, como depresión, ansiedad o negación de la enfermedad.
-          Es normal tener miedo a lo que pueda pasar, o estar triste por lo que hemos perdido. Las primeras semanas son procesos lógicos de readaptación a las nuevas circunstancias. Pero la vida sigue y aún tenemos mucho por disfrutar. Si se mantiene más tiempo o es demasiado intenso el malestar, se complicará la recuperación. Vamos a levantarnos con ganas, a sonreír, a hablar, a hacer lo que nos apetezca y la alegría vendrá sola. Hay programas y especialistas que te pueden ayudar.
-          Relajarse, distraerse, tomarse las cosas sin dramatismos y de manera positiva refuerza nuestro sistema inmunológico, el que necesitamos ahora más que nunca. La irritabilidad, el mal humor, tienen mucho que ver con el estrés y sus efectos negativos.
-          Todos los extremos nos hacen daño; tanto si nos parece el fin del mundo, como si creemos que no tiene importancia, nos perjudicará. Podemos seguir disfrutando y sonriendo, pero guardando unas precauciones. Si negamos la enfermedad aumentará la probabilidad de abandonar el tratamiento médico o de asumir conductas de riesgo, como fumar o beber en exceso.
-          Acepta las circunstancias y tu nuevo estilo de vida,  te ayudará a centrarte en resolver lo que tiene solución. Quejarse, lamentarse, autocompadecerse, sólo aumenta la agresividad, el mal humor y dificulta la recuperación. Busca la mejor manera de disfrutar con los nuevos límites, también puedes.
-          Reanuda tu vida social: ya hemos visto los beneficios de relacionarse con los demás. Tras una intervención quirúrgica, o una complicación, más que nunca necesitamos expandirnos, distraernos y expresar lo que sentimos. Aislarnos significaría dejarnos a solas con nuestros peores y más dañinos pensamientos.
-          No te olvides de seguir el tratamiento médico. De poco nos sirve realizar las anteriores indicaciones si abandonamos lo que mantiene el correcto funcionamiento del sistema cardiovascular.