En estos tiempos
de crisis, además, tras las distracciones y descansos del verano, en el otoño
vuelven a sucederse noticias económicas que nos recuerdan que no estamos en una
época de bonanza.
Está claro que
el buen tiempo ayuda a hacernos sentir un mejor estado de ánimo. Una de las
pruebas de ello es que los países con mayores niveles de suicidio son los
nórdicos, donde apenas disfrutan del sol. Cuentan, por tanto, factores
fisiológicos. Pero esto no quiere decir que, con nuestra actitud, no logremos
superarlo. ¿Qué nos ayuda a hacer realidad la frase de “al mal tiempo, buena
cara”?
Una actitud positiva es la mejor
herramienta. Al contrario de lo que muchos pueden pensar, la felicidad no
depende de nuestras situaciones y salud general; el sentirse feliz es el
responsable del aumento de endorfinas y, por tanto, de la mejora de nuestra
salud física y psíquica. Nuestros sentimientos no son consecuencia de lo que
vivimos, sino de lo que creemos vivir. Si una tarde de domingo, fría y gris nos
sugiere pena, desesperanza y lo creemos horrible, nos iremos sintiendo cada vez
peor. Sin embargo, si esa tarde la vemos desde ojos activos, haciendo cosas que
nos gustan o, incluso lo interpretamos como algo bello, poético, nos estaremos
haciendo seres más felices.
Es vital una
actitud positiva no sólo respecto al mundo o nuestro entorno, sino también con
nosotros/as mismos/as. Tener autoestima
evita que nos sintamos peores y, por tanto, nos enseña a relativizar las cosas;
a darnos cuenta de que es normal sentirnos así, que a todos/as les puede pasar.
Además, si nos creemos seres válidos y fuertes, nos veremos más capaces para
afrontar todo lo malo y lo bueno (como llevar a cabo nuestros deseos). Recuerda
que una persona que se cree feliz tiene mayores niveles de bienestar físico y,
por tanto, está realmente más cerca de serlo.
Acepta
y réstale importancia a las experiencias: muchas veces nos
ayuda a calmarnos y a tomar las riendas de nuestra vida. Es saber que no
estamos expuestos a eventos catastróficos sino al natural discurrir de los
días. Pero no olvides que quitarle importancia no significa sentir indiferencia
por la vida o quedarnos inactivos/as, sino no ser desbordados por ella.
Planea
qué vas a hacer. Pensar en lo que queremos y darnos un tiempo para organizarlo
nos motiva a realizar proyectos, además de facilitar que nos salgan mejor. Si
pensamos en el futuro como algo realizable, con lo que podemos conseguir cosas,
nos hace perderle miedo y afrontarlo con más seguridad.
Pero cuidado con
pedir las estrellas, sé realista. La
manera más rápida para frustrarnos es pedir lo imposible. Intentar conseguir lo
que quieres te hace una persona motivada, con ánimo, pero no debes olvidar que,
en el discurrir natural de la vida, tendremos que equivocarnos y caer cien
veces antes de recoger los frutos de nuestro trabajo. Pero siempre recuerda que
merecerá la pena.
Guarda un
momento para ti y relájate. Cambia
tus prioridades y, si crees que no tienes tiempo, deja de hacer algo menos
importante que cuidarte. Lo principal es tu salud y la de los que te rodean,
así que sal a pasear, escucha música, lee, sal con las amistades…
Con la llegada
del mal tiempo salimos menos y corremos el riesgo de quedarnos pasivos como una
maceta. La actividad nos ayudará a
sentirnos mejor. Hacer ejercicio reactiva la salud física y, además, aumenta el
nivel de endorfinas, las sustancias que hacen que nos sintamos mejor. Hacer
cosas que nos gustan nos ayuda a relajarnos, nos distrae y facilita que hagamos
planes y, por tanto, que tengamos más ilusión en el futuro.
Rompe
la rutina. Date el gustazo de hacer cosas nuevas, prueba,
intenta. Sal a la naturaleza siempre que puedas, conoce a gente, etc. Muchas
veces la tristeza es una incapacidad para ver lo que tenemos a nuestro
alrededor.
No tengas miedo
de apoyarte en tus seres queridos.
Comparte tiempo con ellos y ellas y tómate el reto de aprender juntos. No
esperes que tengan la iniciativa para realizar las actividades, adelántate y
crea el rato como más te guste. Se ha comprobado que la solidaridad aumenta el
nivel de bienestar y, por tanto, de salud.
Aprovecha los momentos de soledad para cuidarte,
disfrutar de lo que te gusta y realizar tus proyectos. No siempre podremos
estar rodeados de nuestros seres queridos, pero tenemos mucho que hacer. Si
tienes constancia, no abandonas y mantienes claros tus objetivos, es más fácil
que consigas tus metas. Y aunque no las logres, el hecho de estar motivado/a
hacia algo, de manera autónoma, sin depender de nadie, nos autorrealiza como
personas y nos hace sentirnos satisfechos con nosotros/as mismos/as. Recuerda
que es más importante tener un objetivo en la vida, un motor, que el hecho de
alcanzarlo.
Mantén la
esperanza también en las crisis. En
la vida tenemos momentos buenos y malos, pero son, sobre todo, los negativos
los que dan forma a nuestra personalidad, de los que más podemos aprender. Nos
damos cuenta de que hemos superado experiencias que, antes de vivirlas, sólo
imaginarlas nos habrían parecido horribles. Esto nos hace más capaces y
resistentes ante nuevas experiencias negativas. La palabra “crisis” en China
significa tanto obstáculo como oportunidad. Si sabemos aprender de lo que nos
pasa, los malos momentos son posibilidades para cambiar lo que no nos gusta,
aprender y mejorar.
¿Sabías que… en
la depresión se observa a menudo el falso pensamiento de que lo malo “sólo me
pasa a mí”?
¿Sabías que… es
el sentimiento de felicidad el que hace bueno lo que te rodea más que “lo que
me rodea es bueno y por eso soy feliz”?
¿Sabías que… con
sólo reír o hacer ejercicio un rato aumentan los niveles de endorfinas, las
sustancias “de la felicidad”?
¿Sabías que… en
China la palabra “crisis” significa tanto obstáculo como oportunidad?