“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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martes, 30 de octubre de 2012

VIVIR CON POSITIVIDAD


A lo largo de la vida, por factores de nuestra personalidad y, sobre todo, las situaciones que vamos viviendo, aprendemos a interpretar los hechos de determinadas maneras. Ante el mismo acontecimiento, todos sabemos que hay personas que lo ven de manera más negativa que otras. Pero esto no quiere decir que no podamos aprender a vivir con más positividad.
Lo importante no es lo que nos pasa, sino cómo lo interpretamos:
En una continua interacción mutua, lo que pensamos influye en lo que sentimos, y esto, a su vez, en lo que hacemos. Si pensamos que no valemos mucho, nos sentiremos decaídos/as e incapaces. Con este ánimo, lo más probable es que no hagamos actividades nuevas, ni nos relacionemos mucho. Sin embargo, si pensamos que somos una persona más, con sus defectos y virtudes, que hará lo posible por estar bien, realizaremos lo que nos gusta y lograremos disfrutar más, con lo que nuestros pensamientos serán cada vez más positivos; haciéndonos sentir mejor y enfrentando con mayor motivación nuestros quehaceres.
El círculo también funciona en la otra dirección; si queremos cambiar nuestros pensamientos más dañinos y negativos, sólo tendremos que actuar de manera más positiva. Aunque nos creamos poca cosa, si nos atrevemos a realizar lo que queremos, nos daremos cuenta de que hemos sido capaces y nos sentiremos más fuertes, con lo que acabaremos pensando que somos mejores de lo que creíamos.
Pensamientos

Actos         Sentimientos
                                                                                                                               
Cuidado con lo que piensas, que se puede cumplir:
Según lo que pensemos serán nuestros sentimientos, y actuaremos. Tanto que, si pensamos algo, sin darnos cuenta, estamos haciendo lo posible para que se cumpla. Por ejemplo, si alguien piensa que nació triste y eso no se puede cambiar, no hará nada para cambiarlo. Además, se irá sintiendo cada vez peor, con lo que este pensamiento se cumplirá.
Por eso, si quieres sentirte mejor, primero tienes que cambiar los pensamientos que te hacen daño. Pero, ¿cómo sé cuáles me hacen daño?
Si un pensamiento te hace sufrir, ni es cierto ni es útil:
Los pensamientos basados en argumentos racionales y en la realidad son los que nos ayudan a adaptarnos a los cambios y vicisitudes vitales. Lo más realista, ante un fracaso sentimental, por ejemplo, es no culparnos y reconocer que es simplemente un paso más en nuestra vida del que aprenderemos.
Sin embargo, si lo que pensamos es obstáculo para nuestro desarrollo, además de impedir nuestra satisfacción, están basados en miedos, inseguridades, rencores y otros sentimientos negativos que no tienen nada que ver con la realidad. Siguiendo con el ejemplo anterior, un pensamiento que nos dañaría y que, además, no es cierto ni útil, sería creer que toda la vida tendrás mala suerte en el amor (sólo porque en tus anteriores experiencias haya sido así).
Si todo se graba repitiéndolo, vamos a repetir lo que nos beneficie.
Darle vueltas una y otra vez a pensamientos negativos, como “tengo muy mala suerte”, “no podré cambiar”, “nada va a mejorar”, etc. lo único que consigue es convertirlos en certezas. Igual que, cuando no queremos olvidar un número de teléfono lo repetimos muchas veces.
Por eso, si tenemos una preocupación, pensar en ello continuamente sólo asegura que no se nos olvide, no dejándonos tiempo para planificar una solución o adaptación lo más adecuada posible. Nuestros sentimientos, además, serán de malestar, dificultando una resolución óptima del problema.
Pero el proceso es igual al contrario. Si queremos ser más positivos, sólo tenemos que pensar en cosas más positivas; como ya hemos visto, son, además, las más reales y útiles.
Beneficios de pensar en positivo:
-          Salud: Está probada la influencia mutua entre la psicología y el cuerpo; especialmente entre el sistema nervioso, endocrino e inmune. Los pensamientos negativos pueden provocar ansiedad, estrés, síntomas depresivos u otras patologías psiquiátricas. Altera el funcionamiento hormonal e inumonólogico, la circulación sanguínea, pudiendo afectar a la memoria, la toma de decisiones y el aprendizaje. Aumenta la probabilidad de trastornos cardíacos, gástricos, cervicales, etc. Además de incidir en una baja autoestima e irritabilidad. Uno de los datos más significativos es que pensar en positivo mejora claramente los resultados y reduce el tiempo de convalecencia tras una enfermedad o cirugía.
-          Relaciones con los demás: Los pensamientos negativos respecto a los otros suelen resumirse en rencores, desconfianzas y otros sentimientos que hacen más fácil nuestro aislamiento. Las críticas e inseguridades nos alejan de los demás, nos ponen en situaciones delicadas y desagradables, aumenta nuestra ansiedad y debilita las relaciones.
-          En el trabajo: los pensamientos relacionados con la inseguridad y los recelos en el lugar donde desempeñamos nuestra labor cotidiana (sea en el trabajo o en casa) sólo logran aumentar la sensación de aislamiento, con lo que nos sentiremos menos apoyados/as y nuestra confianza en nosotros/as mismos/as se resentirá. Todo esto dificultará un buen rendimiento y unos óptimos resultados.
Cómo vivir con positividad
-          Analiza tus pensamientos y lo que vas creando con ellos: Los pensamientos vienen muchas veces en forma de autoinstrucciones o frases que nos decimos a nosotros/as mismos/as: “soy una inútil”, “no me quiere”, etc. Analiza qué ganas con esos pensamientos y hasta qué punto son ciertos. Recuerda que, si te hacen daño, no están basados en realidades, sino en sentimientos negativos. Empieza cambiando el propio lenguaje que utilizas; por ejemplo, en vez de “soy una inútil”, es más realista y nos ayuda mucho más decirnos “voy a seguir trabajando hasta aprender cómo hacerlo”.
-          Aparta los pensamientos que te dañen. No pierdas tiempo en pensar en lo que no tiene solución o aún no ha pasado (o ya pasó). Céntrate en buscar la mejor salida y ponte manos a la obra. El resto son temores que nos dificultan el día a día. Dedica más tiempo a pensar en lo bueno que tienes y lo que aún puedes disfrutar. Siempre hay algo si nos olvidamos de los cánones que nos impone la sociedad que nada tienen que ver con la satisfacción real. Y, si aún así, sigues preocupado/a, relájate, el tiempo irá disminuyendo la importancia de lo que, a día de hoy, nos parece enorme. Pase lo que pase, el ser humano es capaz de afrontarlo (más de lo que en un principio podríamos creer).
-          Nada es tan horrible como en nuestra imaginación. Cuando nos sucede un acontecimiento negativo seguimos viviendo en una rutina, los días pasarán, mezclándonos con distracciones y personas, habrá humor; algo que nunca tenemos en cuenta cuando anticipamos alguna desgracia, por eso, en ciertos aspectos, es aún peor. Es lo que se llama “ansiedad anticipatoria”. No olvides que siempre contamos con herramientas para afrontar las vicisitudes vitales.
-          Ejercita tu positividad: para tener un cuerpo sano debemos realizar actividades físicas que lo mantengan en forma. Los pensamientos son iguales: se fortalecen los que repetimos más a menudo. Por eso, piensa en positivo e irás creando hábitos que te ayudarán. Recuerda que el estilo de vida no es más un conjunto de actividades que repetimos. Si realizas día a día lo que te beneficia, poco a poco irás instaurando un estilo de vida sano, que te facilitará conseguir el máximo provecho y satisfacción a todo.
-          Plantéate metas y objetivos realizables que te hagan sentir útil y ver un futuro de esperanza tras el presente.
-          Tómate la vida como un reto y aprendizaje: pase lo que pase somos seres activos, que controlamos, dentro de las circunstancias, lo que hacemos. Es parte de ese aprendizaje fallar, fracasar, pero son sólo unos pasos necesarios del proceso. Siéntete protagonista de tu vida: disfruta de lo que te guste y cambia lo que no te guste (o la forma de tomártelo, en el caso de que no puedas cambiarlo). Exprésate, ten confianza en ti y persiste en tus objetivos; sé lo suficientemente creativo/a como para hacer de tu vida algo que te guste.
-          Modera las emociones que te hacen daño: aunque parezca difícil cambiar los sentimientos, ya hemos visto que si cuidamos lo que pensamos, esto influirá en lo que sentimos. Aprende a pensar de forma menos dañina, relájate, toma tiempo para tu disfrute (es algo tan esencial como curarse heridas). No dejes que te afecten las circunstancias demasiado, o te convertirás en un títere de lo que pueda pasar, una veleta de las circunstancias. Ten esperanza de que poco a poco, pasará y lograrás superar lo que tenga que venir. Recuerda que tienes una herramienta que, desde hoy, puedes ejercitar: tu positividad.