“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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viernes, 22 de noviembre de 2013

TODO SOBRE LA DEPRESIÓN NAVIDEÑA

Ya hemos podido ver el consabido anuncio de todos los años de la Lotería de Navidad. Pero no para todo el mundo son unas fechas tan alegres como nos quieren hacer entender. Serían para algunos y algunas algo más o menos así: http://www.youtube.com/watch?v=zBUHR9dlrtM 

El Grinch es un duende verde que, envidioso de la felicidad de una familia vecina, planea boicotear sus navidades robándoles los regalos. Desde entonces, todo aquel que se muestra triste, aislado o irritable en estas fiestas se le llama “Grinch” (gruñón). El fenómeno Grinch o depresión navideña, también conocida como depresión blanca o blues (melancolía) de navidad, es un conjunto de alteraciones emocionales que se padecen sólo en esta época del año, y sus proximidades, que se suele caracterizar por: 
- Tristeza, puede ser en forma de nostalgia, melancolía o llantos inexplicables. 
- Apatía: desgana por incluirse en los festejos y poca energía en general, incluso para arreglarse o asearse. 
- Bajada del apetito sexual. 
- Aislamiento. Se sienten fuera de lugar, en soledad o poco útiles. No les interesa relacionarse o hablar, sobre todo de la Navidad. 
- Irritabilidad o mal humor. 
- Pensamientos negativos y poco realistas: todo lo pasado es mejor, nunca volveré a ser feliz, si me falta “ese algo” no podré disfrutar de nada, el año que entra será peor, etc. 
- Disminución de la atención y la concentración. Sólo le dan vueltas a lo que les entristece: lo que perdieron, lo que nunca tendrán o lo que vivieron. Al focalizar su atención en ello, se hace cada vez más grande y doloroso, además de incapacitarles para ver todo lo bueno que tienen. 
- Baja autoestima: se comparan con otros más felices y salen muy mal parados. A veces, incluso, el agradecimiento a los suyos les hace sentirse culpables y aún menos válidos. 
- Aumento del consumo: el entorno nos exhorta en estas fechas a vestir nuestras mejores galas, regalar, disfrutar de lujos, etc. Todo ello hace que muchas personas se lancen a comprar o comer como distracción y bálsamo de sus penas. La realidad es que luego se encuentran con más problemas aún, al endeudarse o sentirse culpables. Esto es un fenómeno sobre todo femenino; es más característico de los hombres el consumo elevado de juegos, alcohol o drogas. Es una época en la que está mejor visto, forma parte del ambiente festivo, pero puede ocultar verdaderos problemas y huidas de la realidad. Al igual que las compras exacerbadas, el consumo sin control trae más consecuencias negativas que el bienestar temporal que pueda aportar. La publicidad y el entorno nos bombardean con escenas de unas navidades que consisten en compartir con mucha gente, en familia, comprar regalos, pasárselo bien, etc. ¿Qué pasa cuando, por tus circunstancias, no puedes? Además, estas fiestas son momento para recopilar lo vivido y hacer valoración, y el resultado no siempre es positivo: hay estudios que afirman que aumenta hasta en un 40% los síntomas depresivos en la Navidad. 

Las causas más comunes de aparición de la depresión navideña se resumen en: 
- Rememorar experiencias pasadas alegres. Les puede ocurrir a los que han tenido pérdidas: familiares fallecidos o lejanos, paro, rupturas sentimentales… Pero también se da cuando hay sensación de pérdida: da igual que en la actualidad no te falte nada; si tu percepción general es que estás peor que antes, entonces te entristecerás. Sobre todo si no eres consciente de que la vida es un continuo ciclo de alegrías y tristezas, y que no puede ser igual a los cuatro que a los cuarenta años. 
- Centrarse en experiencias pasadas tristes. El entorno de fiesta y “supuesta” felicidad contrasta con nuestros recuerdos; nos sentimos excluidos, y la alegría reinante sólo confirma nuestra idea de que somos desgraciados, lo que enturbia la visión de nuestro presente. 
- No poder responder al ideal de Navidades, y que nos afecte. El entorno parece que nos exige tener dinero, familia y amigos. Cuando se está lejos de casa, o solo, sin recursos económicos, etc., hay que ser muy creativo para imaginar y atreverse a otras navidades distintas a las que nos venden, en las que podamos igualmente disfrutar. “La mera obligación de ser felices puede hacer infeliz”. 
- Malas relaciones personales. Es una fecha para estar con gente que, muchas veces, no nos gusta. Eso puede provocarnos estrés y quebraderos de cabeza. También pasamos más tiempo con la familia y puede ser origen de conflictos, sobre todo si, ya de antes, teníamos problemas, como es el caso de la violencia doméstica, que aumenta en estas fechas. 

Si queremos evitar la depresión navideña debemos recordar: 
- Hacer un esfuerzo por compartir y rodearnos de gente, a ser posible con la que podamos expresarnos sinceramente. Al principio lo haremos sin ganas, pero si persistimos, nos sentiremos cada vez menos aislados. Una buena idea sería hacerse voluntario: nos sentimos útiles y ayudamos a los demás. 
- Cuando tengamos una celebración con gente que no nos gusta, aceptemos las diferencias, dejemos de lado las quejas, e intentemos pasarlo lo mejor posible y sin conflictos. Al final lo agradeceremos. 
- Analizar nuestros pensamientos, lo que nos entristece y asusta. Seamos realistas, la vida cambia. Miremos todo “desde fuera”, y no olvidemos lo bueno, que se nos está pasando desapercibido: no te centres sólo en lo que te pone triste. Cada tiempo tiene sus alegrías, y cada pérdida nos da un aprendizaje. Pero prohibido pensar en ello todo el día, hay cosas más reconfortantes que te esperan. 
- Cambiar de ambiente nos puede ayudar. Rebaja la ansiedad, evita evocar tantos recuerdos y nos descentra de esos pensamientos que no se nos van. Cambiar de ambiente también referido al “folklore” navideño: date un descanso, pasea al atardecer, tómate tiempo para bañarte en agua calentita, haz deporte, cosas que te gustan, rodéate de personas alegres y luz, etc. Por ser navidades no tienes que dejar las cosas que te hacen disfrutar, incluso es el tiempo ideal para descubrir algunas nuevas. 
- Planifica tus navidades. Piensa qué te gustaría hacer, dale a la imaginación siempre que puedas. En las celebraciones planea qué hace falta y cómo lo vas a hacer: el menú, la sal de frutas, los adornos, los regalos, etc. Dejarse llevar por lo que pase, sin ganas de nada, es asegurarse el estrés, la frustración y que todo salga mal. 
- No te dejes llevar por una Navidad que no sea la tuya. Haz cuentas y parte de un presupuesto de gastos para evitar sustos. La Navidad, al fin y al cabo, son unos días como otros, que sólo los hacen especiales lo que tú hagas con ellos. Piensa qué quieres hacer, dentro de tus circunstancias, y crea tu propia Navidad. No te compares con otros más felices; siempre habrá gente más y menos afortunada que tú. Además, la felicidad es un sentimiento subjetivo, hay muchas personas que con muy poco son muy felices, y otras al contrario ¿de qué grupo prefieres ser tú? 
- Recuerda a tus fallecidos con alegría, como ellos querrían. Cuenta a los demás cómo eran, e inculca sus valores, sobre todo a los niños. 
- Haz una lista de gratitud, de las cosas que tienes y que están contigo. Quizá es tiempo de darse cuenta de lo que no has perdido y, sin embargo, te cuesta ver. 
- Recuerda que los excesos en el consumo, como compras, alcohol, drogas o juegos, al final dan más problemas que el bien que puedan aportar que, además, es temporal y artificial. 

¡Se me olvidaba! ¿No queréis saber qué pasó con el Grinch, ese duende verde envidioso de la felicidad ajena, que odiaba la Navidad? Pues que robó los regalos de la familia vecina, tal y como planeó. Pero cuál sería su sorpresa al ver que, incluso sin regalos, sus vecinos eran felices. Tanto, tanto, que le invitaron a cenar con ellos, lo acogieron y se hicieron sus amigos. Tanto, tanto, que el Grinch acabó amando la Navidad...

La depresión navideña puede enmascarar una depresión más grave y duradera, por eso, ante cualquier señal de alarma, no dudes en acudir al especialista de la psicología. Muchas veces nos hace falta ayuda externa que nos diga cómo continuar. Darse cuenta de ello es señal de respeto por nosotros mismos. Acude al especialista si: 
- Los síntomas se mantienen más allá de un mes tras las navidades. 
- No eres capaz de realizar con normalidad tus actividades diarias habituales (no te lavas, dejas de trabajar, no rindes nada en el trabajo, etc.) 
- No encuentras circunstancias en tu vida que expliquen esa tristeza.


Qué hacer si en casa hay alguien con depresión navideña:

-          Invitarle a participar. Recordarle que no está solo y que es parte importante de las celebraciones.

-          No obligarle. Si hace las cosas de manera obligada, las hará sin ganas y se sentirá peor.

-          No humillarle. Si se le llama “aguafiestas”, o nos enfadamos con esa persona, tendrá que enfrentarse a un obstáculo más, y no facilita su participación ni su mejora.

-          Respetar sus decisiones. Si participa en contra de su voluntad, será fuente de estrés, y la ansiedad, en todos, aumentará. Cuando sienta un buen ambiente, que es querido y aceptado, irá poco a poco incluyéndose.




Depresión Navideña
Depresión Invernal o Trastorno Afectivo Estacional
Trastorno Depresivo Mayor
Duración
Alrededor de un mes antes y después de las Navidades
Cuando las noches se hacen más largas, durante el invierno.
No depende de la época del año.
Explicación
Las festividades contrastan con nuestras circunstancias vitales, reales o percibidas.
Baja la serotonina, sustancia reguladora del estado de ánimo, debido a la menor cantidad de luz  solar diaria.
Biológicas y psicológicas más complejas.


Grupos de especial atención
Causas
Qué hacer
Personas mayores
Se sienten inútiles y muchas veces están solos.
No dejarles solos y darles todas las tareas que puedan hacer, como “contador de historias”.
Hijos e hijas de separados
La separación es un factor importante de estrés, sobre todo si tienen que decidir con quién se quedan en las navidades.
Dejar que decida libremente. Intentar que no se sienta culpable, tome la decisión que tome.
Mujeres solas
Es el grupo que más padece de depresión navideña.
Incluirla en las invitaciones, pero no obligarla a participar. Hacerle ver que tiene a alguien.
Haber sufrido un impacto emocional
Una mala experiencia se recuerda más con el contraste de las fiestas.
Distracción con actividades que disfrute o sirvan para relajarse. Respetar sus tiempos y decisiones.

viernes, 30 de agosto de 2013

LA VUELTA AL COLE CON UNA SONRISA


Se acaban las vacaciones y es hora de retomar la rutina. Tenemos que dejar atrás los días sin horario fijo y casi sin responsabilidades. Para muchos, el inicio del curso escolar es el comienzo de un nuevo ciclo; junto con año nuevo, son las épocas donde más nos planteamos si nos gusta nuestra rutina o si, por el contrario, queremos cambiar o modificar ciertas cosas. Para los más pequeños también se inicia un nuevo ciclo, con novedades y cambios que les pueden crear incertidumbre, inseguridad o miedo, según estén aprendiendo a tomarse las cosas ¿Cómo podemos ayudarles a enfrentar mejor la vuelta al cole? ¿Qué decisiones y actitudes son las más adecuadas en el nuevo curso? 
La positividad, no sólo en la vuelta al cole o al trabajo, sino todos los días, nos ofrece una buena guía de cómo hacer las cosas. Ser positivos nos ayuda a que todo nos afecte menos, a tomar las opciones más adecuadas, y a vivir con más calma y sensatez. En contra de lo que muchos creen, ser positivo no es auto-engañarse: es obligarse a ver los aspectos favorables de la vida que normalmente olvidamos; tan centrados como estamos en lo malo que nos pasa o en lo que nos falta. Ser positivo en la vuelta al cole significa reconocer el orgullo de que un año más haya pasado, que nuestros hijos y/o hijas estén creciendo, y que hayamos tenido la oportunidad de descansar en vacaciones y de tener un empleo o una educación. Ser positivo es recordar lo bueno que tiene volver a nuestra rutina: ver a nuestros/as amigos/as, más tiempo para nosotros/as al estar la familia en sus quehaceres, la tranquilidad de seguir una rutina establecida donde “retomamos el control”, etc.
Reconocer que también nosotros/as necesitamos adaptación. Volver a madrugar o seguir un horario de trabajo tras una época de descanso conlleva, para muchos, disgusto y un esfuerzo extra. No te exijas más de lo que debes y date tú también un espacio de transición para ir adecuándote a las nuevas circunstancias. No te culpes si te sientes mal. Sólo intenta no transmitirles tu mal humor o tristeza a los más pequeños, sabemos que “son una esponja” que aprenden todo, y tú eres uno de sus modelos de conducta. Tampoco te culpes si no echas de menos a tus hijos/as lo que crees que debieras, o les añoras demasiado; es fácil estar más relajado/a si no se está pendiente de los demás las 24 horas del día. Quítale importancia a estos sentimientos, no son más que parte del proceso de adaptación.


CLAVES EN LA VUELTA AL COLE:
-          MOTÍVALES.
o   Evita comentarios negativos acerca de la escuela, sus profesores/as o tu propia ocupación. Debes hablar con argumentos acerca de qué te parecen las cosas, pero recuerda que puedes transmitirles una visión negativa, y es más posible que no les guste ir al colegio.
o   Ayúdales a tener en cuenta las cosas buenas de la escuela; el reencuentro con amistades, nuevos logros e ilusiones, etc.
o   Demuestra tu interés por lo que allí ocurre, preguntándole qué tal le ha ido el día: mostraremos la importancia de la escuela y nuestra disponibilidad continua. Es más fácil que se esfuercen si nos ven interesados.
-          ACOSTÚMBRALES A LAS NUEVAS CIRCUNSTANCIAS
o   Que siga hábitos y horarios similares a los que tendrá cuando esté en el cole desde una semana antes, aproximadamente. Que vaya dejando gradualmente las siestas, que se acueste y levante más temprano, etc.
o   Un truco puede ser que quede los días anteriores con las amistades del cole; no hay mejor adaptación que con las cosas que nos hacen sentir bien.
o   Tened con tiempo los materiales y libros de texto para el nuevo curso; que se familiarice con ellos y se vaya introduciendo en la parte más positiva y agradable, a partir del debate con la familia y en compañía será más fácil que se le despierte la curiosidad.
o   El día antes tomaros tiempo para preparar juntos/as la mochila. Le ayudará a mentalizarse, a hablar sobre ello y a sacarle lo más positivo. Puedes añadir un objeto que le guste (un muñeco, peluche, etc.), que le dé tranquilidad y le haga sentirse más cerca de casa.
o   Puedes llevarle a su nuevo cole días antes, para que lo vaya conociendo y así pierda miedos.
-          OBSERVA TU PROPIA ACTITUD. Si sientes ansiedad o estás triste, ellos lo notarán, y pueden reaccionar ante ello con más irritabilidad o impulsividad de la cuenta. Tómate las cosas con calma, quítale importancia a  las cosas que no la tienen, y disfruta de su compañía.
-          SI PUEDES, ACOMPÁÑALES AL COLE EL PRIMER DÍA.
o   Que vaya acompañado el primer día es un apoyo y le dará seguridad ante las nuevas circunstancias, con lo que se facilitará su proceso de adaptación.
o   Explícale anteriormente que sólo le acompañarás ese día, que el resto lo puede hacer solo. Así fomentaremos su autonomía y evitaremos pataletas por pillarle de sorpresa el no ir acompañado; todo dependiendo de la edad, por supuesto.
o   Ese día despiértale con tiempo, para que las prisas no estropeen una jornada en la que todo debe salir lo mejor posible.
o   Si no puedes llevarles no te culpabilices; explícales las circunstancias e intenta pasar esos días más tiempo con ellos/as.

DURANTE EL CURSO:
PREMIOS Y CASTIGOS
-          Plantéate si no hay otras formas mejores que el castigo; la indiferencia ante una pataleta, por ejemplo, puede hacer el mismo efecto y es más positivo.
-          Algún premio de vez en cuando, ante los mayores logros, no está mal, pero piensa qué sentido de la responsabilidad le vamos a transmitir si sólo aprueba para que le den un regalo.
-          Nunca hagas caso de sus pataletas y les des a partir de ello lo que piden, entenderán que es la manera de conseguir las cosas.
-          La mejor técnica educativa siempre se basará en la comunicación y el afecto. Habla con ellos, que te cuenten cómo se sienten, y que entiendan que siempre estarás ahí para escucharles.
-          No pongas castigos “por poner”, sin argumentos o por acciones de hace mucho tiempo; aprenderá a no tener en cuenta tus opiniones y a actuar sin razones.
ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES
-          Lo más adecuado es hablarlo con ellos/as, y que sea una decisión conjunta; así sentirá que también es su responsabilidad.
-          Las actividades extraescolares son un medio idóneo para el desarrollo de nuestros/as hijos/as, pero no podemos olvidar que también necesitan jugar, relacionarse con las amistades, actividad física y momentos de ocio.
-          A la hora de decidir qué actividades extraescolares van a realizar debemos tener en cuenta que no dificulten en exceso hacer los deberes o estudiar.
PASAR TIEMPO JUNTOS
-          También en los estudios es bueno que empiecen de tu mano. Cuanto más pequeños son, más necesitan de ti, y es un buen momento para que aprendan contigo buenas prácticas de estudio, hábitos de trabajo o de lectura, etc.
-          Los más mayores van requiriendo cada vez más su dosis de autonomía e independencia. Sin necesidad de “espiar”, hablando y escuchándoles, podemos seguir compartiendo con ellos/as muchas cosas.
-          Si puedes pasar tiempo con ellos/as, sobre todo los primeros días del curso, facilitaréis que no os echéis tanto de menos.

CUANDO LA VUELTA AL COLE SE CONVIERTE EN UN PROBLEMA
Hasta los siete años, aproximadamente, puede ser normal no pasarlo bien los primeros días de colegio. Pero si es mucho tiempo, no sólo las primeras semanas, y evita su desarrollo cotidiano normal, podemos estar hablando de una fobia a la escuela. Lo primero que tendremos que hacer es ponernos en contacto con los/as profesores/as para que nos den información de cómo está nuestro/a hijo/a en horario lectivo. Siempre, por supuesto, después de haber hablado con ellos/ellas e interesarnos por su bienestar, sin reproches ni críticas. Si hiciera falta, consulta con un especialista, pero, aunque la mayoría de los chavales lo pasan mal los primeros días de colegio, son muy pocos los que desarrollan una fobia escolar (del 0,4 al 1,5%); normalmente complicada por otros factores, como síntomas de ansiedad.