“Los supervivientes de los campos de concentración aún recordamos a algunos hombres que visitaban los barracones consolando a los demás y ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizá no fuesen muchos, pero esos pocos representaban una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino para decidir su propio camino.” Viktor Frankl

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martes, 30 de julio de 2013

NO ME GUSTO: LA BAJA AUTOESTIMA.


Llega el verano. Salimos más, nos encontramos con más gente y vamos más ligeritos/as de ropa. Sentimos que nuestro cuerpo está más expuesto a valoraciones y críticas, y salen a la luz nuestros complejos. Nos miramos al espejo y no nos gusta lo que vemos.

Aunque cada vez se da más en hombres y menores, son las mujeres, sobre todo, las que más lo sufren. Se ha encontrado en ciertos estudios que sólo un 2% de las españolas se siente cómoda con su cuerpo, y un 90% se ve “gordita” (aún estando en su peso ideal o por debajo). Estas sensaciones se acentúan sobre todo en la adolescencia; hasta el 72% de las chicas afirman esconder ciertas partes de su cuerpo por complejos.
E la adolescencia y pubertad se suelen valorar más las características físicas que psíquicas, no siendo raro encontrar que a las chicas y los chicos no les gusta su cuerpo, quieren mejorarlo a toda costa y es uno de sus principales intereses. Sin embargo, la mayoría acepta su personalidad y no se la plantea mucho, conlleva desconocimiento personal y poca motivación por mejorarse; crecer, en confianza, seguridad y autoconcepto. Esto sólo consigue un aumento de los complejos y de la incapacidad para enfrentarlos de manera adecuada.
No valorar nuestro cuerpo supone no valorarnos. Si nosotros/as mismos/as no nos apreciamos, sentiremos que no somos válidos/as, capaces, y estaremos inseguros/as en gran cantidad de situaciones. Esta inseguridad hará que nuestro humor sea cada vez peor, y que podamos sufrir síntomas psicólogicos, como depresión, ansiedad, etc. Ante estas complicaciones, muchas veces elegiremos aislarnos y restringir ciertas actividades; no tendremos ganas ni nos veremos capaces.
Los factores psicológicos influyen mucho en la alimentación. Comer algo que nos gusta es una actividad gratificante; ya desde pequeños se nos premia con algún dulce o golosina si nos portamos bien. Cuando salimos a encontrarnos con las amistades a compartir un momento de ocio y diversión, comemos juntos/as. La alimentación, en fin, está relacionada con aspectos positivos; con lo que puede significar una forma de huir las emociones negativas, cuando sentimos ansiedad o estamos tristes o irritables.
Factores psicológicos que influyen en el peso:
-          Ansiedad: cada vez que algo me preocupa, intento relajarme comiendo. Lo único que consigo es añadir un argumento más a mi ansiedad.
-          Baja autoestima: si no nos valoramos nos creemos menos capaces de lo que somos para llegar a nuestras metas, como adelgazar de manera controlada y estable. Además, nuestros defectos físicos nos afectarán más, de manera que se pueden convertir en una obsesión con la que dejemos de ver la realidad y llevemos a cabo decisiones incontroladas y con resultados negativos para nuestra salud física y psíquica.
-          No expresar nuestras emociones deja como una de las salidas a nuestras frustraciones la comida, utilizándola como huida y refugio que, a la larga, sólo nos puede perjudicar.
-          El bajo autocontrol, las decisiones apresuradas y la ansiedad provocan falsas soluciones poco realistas. No hay una organización del propio tiempo y la alimentación, y la constancia es escasa, con lo que las consecuencias son una alta frustración, sobrepeso o trastornos alimentarios (anorexia, bulimia u obesidad).
Trastornos alimentarios (La comida no es un juego):
-          Conductas de control inadecuado de la alimentación, por factores psicológicos subyacentes, que provocan alteraciones de la salud física y psíquica.
-          Anorexia es la restricción, total o parcial, de la alimentación, con resultados negativos para la salud y el día a día.
-          Bulimia es la conducta alimentaria en forma de atracones de comida, a veces seguida del vómito, con el consiguiente perjuicio para la salud y el día a día.
-          Los atracones frecuentes como instrumento para reducir la ansiedad y las preocupaciones pueden dar lugar a obesidad.
-          Tres de cada 100000 personas sufren un trastorno alimentario.
-          Su incidencia aumenta un 60% en el verano.
-          Las consecuencias pueden ser muy graves; hasta un 10% fallece.
-          Acudir a un especialista si se observan actitudes muy raras respecto a la comida, hay un cambio evidente de carácter o ante oscilaciones importantes e inexplicables de peso.

MEJORA TU CUERPO SIN DEJAR DE QUERERTE
-          Sé realista: no puedes adelgazar en quince días muchos kilos (ni tampoco es bueno). Tampoco hay dietas milagrosas, ni puedes hacer esfuerzos exagerados que lo único que conseguirán será dañar tu organismo. Por eso medita la mejor solución, sé consciente de tus límites y pide consejo a un profesional que pueda ayudarte a resolver tu ansiedad de fondo o a prepararte una dieta personalizada.
-          Ajusta tus expectativas y no te propongas metas imposibles. Cada persona tiene una estructura ósea y una genética que define en gran parte su cuerpo. Si esperas que alguna vez puedas tener el cuerpo de una famosa modelo, sólo vas a condenar tu vida a la frustración.
-          Plantéate y reflexiona acerca de lo que realmente te preocupa. Tras una preocupación excesiva por el cuerpo puede haber una baja autoestima, un miedo exagerado a ser evaluado, una gran ansiedad u otros factores que, si no se solucionan o trabajan, dificultaremos el adecuado cumplimiento de una dieta coherente que nos ayude, y un día a día satisfactorio.
-          Cuando sentimos que estamos por encima de nuestro peso ideal podemos plantearnos hacer dieta. El problema es que muchas veces adoptamos esta decisión dentro de la ansiedad por la que comemos más de la cuenta. Es entonces cuando queremos  llevar a cabo dietas muy restrictivas y exageradas, perdemos el control y sólo conseguimos aumentar nuestra ansiedad y estrés. Ante tal panorama, obviamente, volveremos a comer de manera incontrolada a la mínima de cambio. Una dieta que nos ayuda a mejorar nuestro cuerpo y estado físico consiste en un cambio de hábitos de alimentación. Unas comidas más sanas, acompañadas de ejercicio físico, son las únicas que nos permitirán adelgazar. Hay que recordar que cada organismo tiene un funcionamiento, y lo que le viene bien a uno, puede no beneficiarle a otro. Por ello, acudamos al especialista y que nos diseñe un plan personalizado de alimentación.
-          Huye de las “dietas milagro”: Un régimen de alimentación demasiado restrictivo y en el que falten nutrientes sólo logra bajar las defensas, anemia, pérdida de la masa muscular (sin perder grasas) o problemas digestivos, con los consiguientes perjuicios para la salud. Las dietas con resultados rápidos provocan un “efecto rebote”, que consiste en una pérdida de peso acelerada tras la cual el cuerpo absorbe más nutrientes ante la escasez, por lo que se vuelve rápidamente al peso anterior o, incluso, se gana. Es lo que se conoce también como efecto yo-yo.
-          Acéptate: Recuerda que la belleza es algo relativo, y lo que realmente nos gusta de las personas no es el físico, sino cómo son. Los cánones de belleza son algo impuesto por una cultura y un tiempo que van cambiando. Si nos queremos, sabremos valorar nuestras virtudes, siendo conscientes de que no podemos ser perfectos; estaremos de mejor humor, tendremos más motivación por hacer las cosas y todo nos saldrá mejor. “No hay mejor belleza que la del que se cree bello”.
-          Haz lo necesario para crecer y sacar lo mejor de ti, no sólo de tu cuerpo. Aprender, desarrollarse, es lo que realmente nos aporta autoestima, sensación de control y la capacidad de vernos mejor; factores indispensables para afrontar los cambios en la vida y saber disfrutarla.
-          Expresa tus emociones. Ya hemos visto que una de las posibles causas de la obesidad o del no cumplimiento de una dieta coherente es la ansiedad. Si hablas de lo que sientes, lo que quieres, el nivel de ansiedad se rebajará. Es normal sentirnos mal de vez en cuando, tener preocupaciones y necesitar ser escuchado/a. Si no puedes hablar en algún momento, escríbelo; te ayudará a reflexionar y a calmarte.
-          Organízate: planea una dieta adecuada, unos tiempos, que faciliten sentirte con el control. No olvides que la clave de las dietas que realmente nos ayudan está en crear hábitos de alimentación. Asegúrate de que las condiciones faciliten el cumplimiento a largo plazo; ponte a ello, sé flexible y, como es algo que debe convertirse en tu forma típica de actuar, no pasa nada porque un día no puedas.
-           Céntrate en tu momento para permitirte aprovechar lo bueno que traiga, haz cosas que te gusten y… ¡disfruta de tu verano!