Llega el verano. Salimos más, nos encontramos con más gente
y vamos más ligeritos/as de ropa. Sentimos que nuestro cuerpo está más expuesto
a valoraciones y críticas, y salen a la luz nuestros complejos. Nos miramos al
espejo y no nos gusta lo que vemos.
Aunque cada vez se da más en hombres y menores, son las mujeres, sobre todo, las que más lo sufren. Se ha encontrado en ciertos estudios que sólo un 2% de las españolas se siente cómoda con su cuerpo, y un 90% se ve “gordita” (aún estando en su peso ideal o por debajo). Estas sensaciones se acentúan sobre todo en la adolescencia; hasta el 72% de las chicas afirman esconder ciertas partes de su cuerpo por complejos.
Aunque cada vez se da más en hombres y menores, son las mujeres, sobre todo, las que más lo sufren. Se ha encontrado en ciertos estudios que sólo un 2% de las españolas se siente cómoda con su cuerpo, y un 90% se ve “gordita” (aún estando en su peso ideal o por debajo). Estas sensaciones se acentúan sobre todo en la adolescencia; hasta el 72% de las chicas afirman esconder ciertas partes de su cuerpo por complejos.
E la adolescencia y pubertad se suelen valorar más las
características físicas que psíquicas, no siendo raro encontrar que a las
chicas y los chicos no les gusta su cuerpo, quieren mejorarlo a toda costa y es
uno de sus principales intereses. Sin embargo, la mayoría acepta su
personalidad y no se la plantea mucho, conlleva desconocimiento personal y poca
motivación por mejorarse; crecer, en confianza, seguridad y autoconcepto. Esto
sólo consigue un aumento de los complejos y de la incapacidad para enfrentarlos
de manera adecuada.
No valorar nuestro cuerpo supone no valorarnos. Si
nosotros/as mismos/as no nos apreciamos, sentiremos que no somos válidos/as,
capaces, y estaremos inseguros/as en gran cantidad de situaciones. Esta
inseguridad hará que nuestro humor sea cada vez peor, y que podamos sufrir
síntomas psicólogicos, como depresión, ansiedad, etc. Ante estas
complicaciones, muchas veces elegiremos aislarnos y restringir ciertas
actividades; no tendremos ganas ni nos veremos capaces.
Los factores psicológicos influyen mucho en la alimentación.
Comer algo que nos gusta es una actividad gratificante; ya desde pequeños se
nos premia con algún dulce o golosina si nos portamos bien. Cuando salimos a
encontrarnos con las amistades a compartir un momento de ocio y diversión,
comemos juntos/as. La alimentación, en fin, está relacionada con aspectos positivos;
con lo que puede significar una forma de huir las emociones negativas, cuando
sentimos ansiedad o estamos tristes o irritables.
Factores psicológicos
que influyen en el peso:
-
Ansiedad:
cada vez que algo me preocupa, intento relajarme comiendo. Lo único que consigo
es añadir un argumento más a mi ansiedad.
-
Baja
autoestima: si no nos valoramos nos creemos menos capaces de lo que somos
para llegar a nuestras metas, como adelgazar de manera controlada y estable.
Además, nuestros defectos físicos nos afectarán más, de manera que se pueden
convertir en una obsesión con la que dejemos de ver la realidad y llevemos a
cabo decisiones incontroladas y con resultados negativos para nuestra salud
física y psíquica.
-
No
expresar nuestras emociones deja como una de las salidas a nuestras frustraciones
la comida, utilizándola como huida y refugio que, a la larga, sólo nos puede
perjudicar.
-
El bajo
autocontrol, las decisiones apresuradas y la ansiedad provocan falsas
soluciones poco realistas. No hay una organización del propio tiempo y la
alimentación, y la constancia es escasa, con lo que las consecuencias son una
alta frustración, sobrepeso o trastornos alimentarios (anorexia, bulimia u
obesidad).
Trastornos
alimentarios (La comida no es un juego):
-
Conductas de control inadecuado de la
alimentación, por factores psicológicos subyacentes, que provocan alteraciones
de la salud física y psíquica.
-
Anorexia es la restricción, total o parcial, de
la alimentación, con resultados negativos para la salud y el día a día.
-
Bulimia es la conducta alimentaria en forma de
atracones de comida, a veces seguida del vómito, con el consiguiente perjuicio
para la salud y el día a día.
-
Los atracones frecuentes como instrumento para
reducir la ansiedad y las preocupaciones pueden dar lugar a obesidad.
-
Tres de cada 100000 personas sufren un trastorno
alimentario.
-
Su incidencia aumenta un 60% en el verano.
-
Las consecuencias pueden ser muy graves; hasta
un 10% fallece.
-
Acudir a un especialista si se observan
actitudes muy raras respecto a la comida, hay un cambio evidente de carácter o
ante oscilaciones importantes e inexplicables de peso.
MEJORA TU CUERPO SIN DEJAR DE QUERERTE
-
Sé
realista: no puedes adelgazar en quince días muchos kilos (ni tampoco es
bueno). Tampoco hay dietas milagrosas, ni puedes hacer esfuerzos exagerados que
lo único que conseguirán será dañar tu organismo. Por eso medita la mejor
solución, sé consciente de tus límites y pide consejo a un profesional que
pueda ayudarte a resolver tu ansiedad de fondo o a prepararte una dieta personalizada.
-
Ajusta
tus expectativas y no te propongas metas imposibles. Cada persona tiene una
estructura ósea y una genética que define en gran parte su cuerpo. Si esperas
que alguna vez puedas tener el cuerpo de una famosa modelo, sólo vas a condenar
tu vida a la frustración.
-
Plantéate
y reflexiona acerca de lo que realmente te preocupa. Tras una preocupación
excesiva por el cuerpo puede haber una baja autoestima, un miedo exagerado a
ser evaluado, una gran ansiedad u otros factores que, si no se solucionan o
trabajan, dificultaremos el adecuado cumplimiento de una dieta coherente que
nos ayude, y un día a día satisfactorio.
-
Cuando sentimos que estamos por encima de
nuestro peso ideal podemos plantearnos hacer
dieta. El problema es que muchas veces adoptamos esta decisión dentro de la
ansiedad por la que comemos más de la cuenta. Es entonces cuando queremos llevar a cabo dietas muy restrictivas y
exageradas, perdemos el control y sólo conseguimos aumentar nuestra ansiedad y
estrés. Ante tal panorama, obviamente, volveremos a comer de manera
incontrolada a la mínima de cambio. Una dieta que nos ayuda a mejorar nuestro
cuerpo y estado físico consiste en un cambio de hábitos de alimentación. Unas
comidas más sanas, acompañadas de ejercicio físico, son las únicas que nos
permitirán adelgazar. Hay que recordar que cada organismo tiene un
funcionamiento, y lo que le viene bien a uno, puede no beneficiarle a otro. Por
ello, acudamos al especialista y que nos diseñe un plan personalizado de
alimentación.
-
Huye de las
“dietas milagro”: Un régimen de alimentación demasiado restrictivo y en el
que falten nutrientes sólo logra bajar las defensas, anemia, pérdida de la masa
muscular (sin perder grasas) o problemas digestivos, con los consiguientes
perjuicios para la salud. Las dietas con resultados rápidos provocan un “efecto
rebote”, que consiste en una pérdida de peso acelerada tras la cual el cuerpo
absorbe más nutrientes ante la escasez, por lo que se vuelve rápidamente al
peso anterior o, incluso, se gana. Es lo que se conoce también como efecto
yo-yo.
-
Acéptate:
Recuerda que la belleza es algo relativo, y lo que realmente nos gusta de las
personas no es el físico, sino cómo son. Los cánones de belleza son algo
impuesto por una cultura y un tiempo que van cambiando. Si nos queremos, sabremos
valorar nuestras virtudes, siendo conscientes de que no podemos ser perfectos;
estaremos de mejor humor, tendremos más motivación por hacer las cosas y todo
nos saldrá mejor. “No hay mejor belleza que la del que se cree bello”.
-
Haz lo
necesario para crecer y sacar lo mejor de ti, no sólo de tu cuerpo.
Aprender, desarrollarse, es lo que realmente nos aporta autoestima, sensación
de control y la capacidad de vernos mejor; factores indispensables para
afrontar los cambios en la vida y saber disfrutarla.
-
Expresa
tus emociones. Ya hemos visto que una de las posibles causas de la obesidad
o del no cumplimiento de una dieta coherente es la ansiedad. Si hablas de lo
que sientes, lo que quieres, el nivel de ansiedad se rebajará. Es normal sentirnos
mal de vez en cuando, tener preocupaciones y necesitar ser escuchado/a. Si no
puedes hablar en algún momento, escríbelo; te ayudará a reflexionar y a
calmarte.
-
Organízate:
planea una dieta adecuada, unos tiempos, que faciliten sentirte con el control.
No olvides que la clave de las dietas que realmente nos ayudan está en crear
hábitos de alimentación. Asegúrate de que las condiciones faciliten el
cumplimiento a largo plazo; ponte a ello, sé flexible y, como es algo que debe
convertirse en tu forma típica de actuar, no pasa nada porque un día no puedas.
-
Céntrate en tu momento para permitirte
aprovechar lo bueno que traiga, haz cosas que te gusten y… ¡disfruta de tu
verano!