A lo
largo de la vida, por factores de nuestra personalidad y, sobre todo, las
situaciones que vamos viviendo, aprendemos a interpretar los hechos de
determinadas maneras. Ante el mismo acontecimiento, todos sabemos que hay
personas que lo ven de manera más negativa que otras. Pero esto no quiere decir
que no podamos aprender a vivir con más positividad.
Lo importante no
es lo que nos pasa, sino cómo lo interpretamos:
En
una continua interacción mutua, lo que pensamos influye en lo que sentimos, y
esto, a su vez, en lo que hacemos. Si pensamos que no valemos mucho, nos
sentiremos decaídos/as e incapaces. Con este ánimo, lo más probable es que no
hagamos actividades nuevas, ni nos relacionemos mucho. Sin embargo, si pensamos
que somos una persona más, con sus defectos y virtudes, que hará lo posible por
estar bien, realizaremos lo que nos gusta y lograremos disfrutar más, con lo
que nuestros pensamientos serán cada vez más positivos; haciéndonos sentir
mejor y enfrentando con mayor motivación nuestros quehaceres.
El
círculo también funciona en la otra dirección; si queremos cambiar nuestros
pensamientos más dañinos y negativos, sólo tendremos que actuar de manera más
positiva. Aunque nos creamos poca cosa, si nos atrevemos a realizar lo que
queremos, nos daremos cuenta de que hemos sido capaces y nos sentiremos más
fuertes, con lo que acabaremos pensando que somos mejores de lo que creíamos.
Pensamientos
Actos Sentimientos
Cuidado con lo que piensas, que se puede cumplir:
Según
lo que pensemos serán nuestros sentimientos, y actuaremos. Tanto que, si
pensamos algo, sin darnos cuenta, estamos haciendo lo posible para que se
cumpla. Por ejemplo, si alguien piensa que nació triste y eso no se puede
cambiar, no hará nada para cambiarlo. Además, se irá sintiendo cada vez peor,
con lo que este pensamiento se cumplirá.
Por
eso, si quieres sentirte mejor, primero tienes que cambiar los pensamientos que
te hacen daño. Pero, ¿cómo sé cuáles me hacen daño?
Si un pensamiento te hace sufrir, ni es cierto ni es útil:
Los
pensamientos basados en argumentos racionales y en la realidad son los que nos
ayudan a adaptarnos a los cambios y vicisitudes vitales. Lo más realista, ante
un fracaso sentimental, por ejemplo, es no culparnos y reconocer que es
simplemente un paso más en nuestra vida del que aprenderemos.
Sin
embargo, si lo que pensamos es obstáculo para nuestro desarrollo, además de
impedir nuestra satisfacción, están basados en miedos, inseguridades, rencores
y otros sentimientos negativos que no tienen nada que ver con la realidad. Siguiendo
con el ejemplo anterior, un pensamiento que nos dañaría y que, además, no es
cierto ni útil, sería creer que toda la vida tendrás mala suerte en el amor
(sólo porque en tus anteriores experiencias haya sido así).
Si todo se graba repitiéndolo, vamos a repetir lo que nos beneficie.
Darle
vueltas una y otra vez a pensamientos negativos, como “tengo muy mala suerte”,
“no podré cambiar”, “nada va a mejorar”, etc. lo único que consigue es
convertirlos en certezas. Igual que, cuando no queremos olvidar un número de
teléfono lo repetimos muchas veces.
Por
eso, si tenemos una preocupación, pensar en ello continuamente sólo asegura que
no se nos olvide, no dejándonos tiempo para planificar una solución o
adaptación lo más adecuada posible. Nuestros sentimientos, además, serán de
malestar, dificultando una resolución óptima del problema.
Pero
el proceso es igual al contrario. Si queremos ser más positivos, sólo tenemos
que pensar en cosas más positivas; como ya hemos visto, son, además, las más
reales y útiles.
Beneficios de pensar en positivo:
-
Salud: Está probada la
influencia mutua entre la psicología y el cuerpo; especialmente entre el
sistema nervioso, endocrino e inmune. Los pensamientos negativos pueden
provocar ansiedad, estrés, síntomas depresivos u otras patologías
psiquiátricas. Altera el funcionamiento hormonal e inumonólogico, la
circulación sanguínea, pudiendo afectar a la memoria, la toma de decisiones y
el aprendizaje. Aumenta la probabilidad de trastornos cardíacos, gástricos, cervicales,
etc. Además de incidir en una baja autoestima e irritabilidad. Uno de los datos
más significativos es que pensar en positivo mejora claramente los resultados y
reduce el tiempo de convalecencia tras una enfermedad o cirugía.
-
Relaciones con los
demás:
Los pensamientos negativos respecto a los otros suelen resumirse en rencores,
desconfianzas y otros sentimientos que hacen más fácil nuestro aislamiento. Las
críticas e inseguridades nos alejan de los demás, nos ponen en situaciones
delicadas y desagradables, aumenta nuestra ansiedad y debilita las relaciones.
-
En el trabajo: los pensamientos
relacionados con la inseguridad y los recelos en el lugar donde desempeñamos
nuestra labor cotidiana (sea en el trabajo o en casa) sólo logran aumentar la
sensación de aislamiento, con lo que nos sentiremos menos apoyados/as y nuestra
confianza en nosotros/as mismos/as se resentirá. Todo esto dificultará un buen
rendimiento y unos óptimos resultados.
Cómo vivir con positividad
-
Analiza tus
pensamientos y lo que vas creando con ellos: Los pensamientos vienen muchas
veces en forma de autoinstrucciones o
frases que nos decimos a nosotros/as mismos/as: “soy una inútil”, “no me
quiere”, etc. Analiza qué ganas con esos pensamientos y hasta qué punto son
ciertos. Recuerda que, si te hacen daño, no están basados en realidades, sino
en sentimientos negativos. Empieza cambiando el propio lenguaje que utilizas;
por ejemplo, en vez de “soy una inútil”, es más realista y nos ayuda mucho más decirnos
“voy a seguir trabajando hasta aprender cómo hacerlo”.
-
Aparta los
pensamientos que te dañen. No pierdas tiempo en pensar en lo que no tiene
solución o aún no ha pasado (o ya pasó). Céntrate en buscar la mejor salida y
ponte manos a la obra. El resto son temores que nos dificultan el día a día.
Dedica más tiempo a pensar en lo bueno que tienes y lo que aún puedes
disfrutar. Siempre hay algo si nos olvidamos de los cánones que nos impone la
sociedad que nada tienen que ver con la satisfacción real. Y, si aún así,
sigues preocupado/a, relájate, el tiempo irá disminuyendo la importancia de lo
que, a día de hoy, nos parece enorme. Pase lo que pase, el ser humano es capaz
de afrontarlo (más de lo que en un principio podríamos creer).
-
Nada es tan
horrible como en nuestra imaginación. Cuando nos sucede un acontecimiento
negativo seguimos viviendo en una rutina, los días pasarán, mezclándonos con
distracciones y personas, habrá humor; algo que nunca tenemos en cuenta cuando
anticipamos alguna desgracia, por eso, en ciertos aspectos, es aún peor. Es lo
que se llama “ansiedad anticipatoria”. No olvides que siempre contamos con
herramientas para afrontar las vicisitudes vitales.
-
Ejercita tu
positividad:
para tener un cuerpo sano debemos realizar actividades físicas que lo mantengan
en forma. Los pensamientos son iguales: se fortalecen los que repetimos más a
menudo. Por eso, piensa en positivo e irás creando hábitos que te ayudarán.
Recuerda que el estilo de vida no es más un conjunto de actividades que
repetimos. Si realizas día a día lo que te beneficia, poco a poco irás
instaurando un estilo de vida sano, que te facilitará conseguir el máximo
provecho y satisfacción a todo.
-
Plantéate metas y
objetivos
realizables que te hagan sentir útil y ver un futuro de esperanza tras el
presente.
-
Tómate la vida
como un reto y aprendizaje: pase lo que pase somos seres activos, que
controlamos, dentro de las circunstancias, lo que hacemos. Es parte de ese
aprendizaje fallar, fracasar, pero son sólo unos pasos necesarios del proceso.
Siéntete protagonista de tu vida: disfruta de lo que te guste y cambia lo que
no te guste (o la forma de tomártelo, en el caso de que no puedas cambiarlo).
Exprésate, ten confianza en ti y persiste en tus objetivos; sé lo
suficientemente creativo/a como para hacer de tu vida algo que te guste.
-
Modera las
emociones que te hacen daño: aunque parezca difícil cambiar los sentimientos, ya
hemos visto que si cuidamos lo que pensamos, esto influirá en lo que sentimos.
Aprende a pensar de forma menos dañina, relájate, toma tiempo para tu disfrute
(es algo tan esencial como curarse heridas). No dejes que te afecten las
circunstancias demasiado, o te convertirás en un títere de lo que pueda pasar,
una veleta de las circunstancias. Ten esperanza de que poco a poco, pasará y
lograrás superar lo que tenga que venir. Recuerda que tienes una herramienta
que, desde hoy, puedes ejercitar: tu positividad.